Luciano Kruk, Javier Milei y el brutalismo argentino

Casa L4

La doble coincidencia de la aparición en la revista digital Archello, de las diez firmas de arquitectura más destacadas de Argentina –que comanda Luciano Kruk– ha venido a superponerse al imprevisto resultado de las elecciones en Argentina, primero, y a la toma de posesión después de Javier Milei como presidente de la nación. Barriendo de un golpe –no es equivalente tal situación, a las previas incursiones en el poder, continuadamente peronista desde 1946, de los Radicales de Alfonsín y luego de la Rúa. Hay, por ello, en la presentación de Archello, de la obra de Kruk como un manifiesto de protesta de lo que habían sido los valores tradicionales de la arquitectura argentina. Y practicando cierta inversión formal y visual. Sin que tengamos que emparentarla por ello, a esa nueva arquitectura argentina con atributos propios del Partido Justicialista.

Casa Rodriguez 2018

Que la lista de Archello pivote en valores jóvenes, dejando de lado a los valores reconocidos –pero ya maduros y desaparecidos– desde Amancio Williams a Clorindo Testa, desde el más internacional Cesar Pelli al muy meritorio Miguel Ángel Roca –por no remontarnos más atrás y traer nombres fundamentales de la segunda mitad de la arquitectura argentina del siglo XX–, es consecuencia del carácter de abrumadora actualidad que trata de conferir Archello a sus listas y elegidos. Fruto del glamour internacional del lugar. Por lo que podríamos decir de ella, que cuanto más actual y juvenil, mejor recibida será.

Casa Cañuelas, 2020

Y esta puede ser la explicación del primer lugar otorgado a Kruk, provisto, fundamentalmente de viviendas unifamiliares, dotadas de una envolvente geométrica unificada por la utilización del hormigón visto como material dominante. Y de aquí el carácter de Brutalismo que se puede aplicar a sus planteamientos más que a sus obras. Aunque, como el mismo ha reconocido en alguna entrevista, bebe de fuentes diversas, desde Mies van der Rohe, a Le Corbusier, desde Alvar Aalto a Marcel Breuer o Richard Neutra, que componen su particular santoral. Casi todas referencias internacionales y poco ancladas al lugar donde trabaja habitualmente Kruk. No hay referencia a los arquitectos nacionales citados antes, o a los Alejandro Bustillo o Juan Kurchan –que junto con Antonio Bonet y Jorge Ferrari Hardoy, organizaron en los años cincuenta el importante Grupo Austral–. Y por ello, esa alusión de cierto internacionalismo abstracto de sus obras, como si estuvieran en cualquier otra lugar. Como ocurre con cualquier de sus casas reconocidas: la L4 de 2016, la S-J y la Casa Rodríguez de 2018.

Luciano Kruk

O la más reciente, de 2020, la casa Cañuelas en la provincia de Buenos Aires. En todas ellas es visible y patente la brusquedad del universo tosco e inacabado del hormigón que emparenta la residencia del medio rural con un monacato de aspereza espiritual y eremítica. Lejano del refinamiento de piedras pulidas, maderas selectas y vidrios escuetos, Kruk opta por cierta repetición conceptual de los valore severos de la vida dura de la Pampa o del más húmedo paisaje de Entrerríos; toda vez que sus viviendas se asientan en la campiña argentina y en el medio rural pampeano. Una brusquedad de las casas que algunos identifican con el carácter primario –e igualmente brusco y elemental– de la elementalidad del gaucho y del gauchaje; y también de las políticas escuetas y rupturistas de Javier Milei. Al menos, las anunciadas en campaña y en sus debates televisivos, con gestos tan espectaculares como radicales; tan mecánicos como mesiánicos.

Casa SJ

Lo que, si parece cierto, es que, aunque se quiera identificar esas políticas fuertemente ultraliberales con el Brutalismo de la arquitectura de Kruk, no puede decirse, en sentido contrario, que la antítesis del Brutalismo a la Milei, fuera el Refinado look porteño, de la corte del Kirchnerismo precedente y camorrista. Hay que hacer constar que el concepto inicial de Brutalismo en la historiografía de la Arquitectura del siglo XX, nada tiene que ver con sus desarrollos posteriores fruto de ciertos amaneramientos estilísticos. Sobre todo, en Estados Unidos –Kevin Roche, John Dinkeloo y el ultimo Breuer– y en el Japón de los arquitectos del movimiento Metabolista, con Kenzo Tange a la cabeza. Incluso en España se denominó en su momento como Brutalista a edificios como Torres Blancas, de Saénz de Oiza o algunas piezas de Javier Carvajal. En sentido estricto el concepto de Brutalista es desarrollado en 1955 desde las páginas de la revista Architectural Review por el crítico Reyner Banham, para referirse a las posiciones de los arquitectos Peter y Alison Smithson, en su debate sobre los aspectos formales de las actuaciones derivadas del New Towns Acts que se había proclamado en 1946.

De aquí la dificultad de hablar de Brutalismo a la argentina, frente a otra posible codificación personal del peronismo. Porque no hubo tal línea estilística unificada. Más aún, algunos mantienen cierta imposibilidad de emparejar el peronismo sociológico con ciertos principios estéticos. Y eso que se puedan calibrar como Brutalistas algunas de las obras de Clorindo Testa como el Banco de Londres de 1959 (realizado junto al grupo SEPRA –Peralta, Ramos, Agostini–) y la Biblioteca Nacional de 1962 (realizada con Alicia Cazzaniga y Francisco Bullrich). De igual forma que pudieran rastrearse esas actitudes en obras tempranas –anteriores a la formulación de Banham de 1955– como fueran los apartamentos de Belgrano de Kurchan y Ferrari Hardoy (1941), la Casa del Arroyo de Amancio Williams (1943) –ya vista en estas páginas– o la Terraza Palace en Mar del Plata, de Antonio Bonet (1945). También esa mirada podría extenderse a países vecinos, como fuera la Galería Caubarrere de Montevideo (Octavio de Campos, Milton Puente e Hipólito Fournier, 1951); el Instituto de Antibióticos de Recife (Mario Russo, 1953); la Escuela de Arquitectura de Sao Paulo (Vilanova Artigas, 1961); la Iglesia de la Candelaria en Santiago de Chile (Taller de Obras de la Universidad Católica, 1962); y la sede de Naciones Unidas en Santiago de Chile (Emilio Duhart, 1966).


Casa Cañuelas, 2020

El lugar de nacimiento de Luciano Kruk es Buenos Aires en 197. Estudió en la Universidad de Buenos Aires obteniendo el título de arquitecto en el año 2000. Entre 2000 y 2012 participo del estudio BAK (Besonías, Almeida y Kruk). Desde 2012 organza su propio estudio Kruk arquitectos. Su obra ha obtenido reconocimientos como el Premio SCA-CPAU por su obra Casa L4 en el marco de la XVI Bienal de Arquitectura de Buenos Aires (2016). Ha participado en eventos y exposiciones internacionales como la ‘Semana de Arquitectura Praga 2015, donde fue seleccionado como representante de Argentina en el 9º Festival de Arquitectura y Urbanismo a realizarse en Praga, República Checa, y la XXI Bienal Panamericana de Arquitectura. en Quito (2018). 

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