¿Por qué no se acepta la teoría de la Evolución?

165 años de la publicación de "El origen de las especies"

Con motivo del aniversario de “El origen de las especies” quería comentar este artículo de Patrick Clarkin, porque a mi modo de ver pone el dedo en la llaga de una de las principales razones de que después de tantos años la teoría de la evolución siga generando ampollas. Ya hemos hablado aquí de algunas de las razones de este rechazo, como que la ciencia es contraintuitiva, o que la mente humana es esencialista, creemos que las cosas tienen una esencia y la evolución nos dice que no, que unas cosas se transforman en otras, razón a la que Ernst Mayr atribuía el rechazo de la evolución. Pero la razón principal de la no aceptación de la evolución no es intelectual, sino emocional, moral.

Clarkin comienza el artículo con un crudo párrafo de Richard Dawkins, de su libro River out of Eden:

La cantidad total de sufrimiento anual en el mundo natural está más allá de toda medida decente. Durante el minuto que me lleva componer esta frase, miles de animales están siendo comidos vivos, muchos otros corren para salvar su vida, gimoteando de miedo, otros están siendo comidos desde dentro por ásperos parásitos, miles de todas clases mueren de hambre, sed o enfermedad. Debe ser así. Si llega un tiempo de prosperidad, este mismo hecho lleva automáticamente a un aumento de la población, hasta que se restaura el estado de hambre y miseria. En un universo de electrones y genes egoistas, fuerzas físicas ciegas y replicación genética, alguna gente sufrirá, otra tendrá suerte, pero tú no encontrarás ninguna razón ni rima en todo ello, ninguna justicia. El universo que observamos tiene precisamente las propiedades que esperaríamos si en el fondo no hubiera ningún diseño, ningún propósito, ni bien ni mal, nada más que despiadada indiferencia.”

Pinzones de las islas Galápagos

Y Clarkin critica esto, dice que esta visión de la naturaleza es una de las principales razones por la que la gente huye de la idea de la evolución. Para algunos esta noción de una naturaleza indiferente, donde los organismos se reducen a programas genéticos con la misión de sobrevivir y reproducirse es muy sombría. Por ejemplo Eugenie Scott, directora del Centro Nacional para Educación de la Ciencia, dice que para muchos no biólogos la noción de que la evolución no está guiada, que son fríos procesos mecánicos, implica que “la vida no tiene sentido”. El microbiólogo Kenneth Miller, un defensor de la evolución, dice que en su experiencia lo que preocupa a los anti-evolucionistas no es la ciencia, sino las implicaciones de la evolución, que sienten que amenaza el orden moral. Por ejemplo, Miller cita a Rick Santorum, que fue candidato a la presidencia y senador por Pennsylvania, que dice: “ La evolución tiene enormes consecuencias para la sociedad. Es de dónde venimos, ¿tiene el hombre un sentido? ¿hay un sentido para nuestras vidas? O somos simplemente resultado del azar. Si somos resultado del azar, un simple error de la naturaleza, entonces esto supone una diferente demanda moral para nosotros – de hecho no nos pone ninguna demanda moral- que si de hecho somos una creación de un ser que tiene demandas morales”.

Entonces Clarkin dice que no merece la pena confrontar estas ideas y que es mejor evitar este engorroso asunto, que con esto enfadamos a la gente y que vendemos mal la evolución. Y la parte final del artículo la dedica a decir que la naturaleza no es siempre “sangre en los dientes y las uñas” , como en la cruda visión de Dawkins, sino que también existe la cooperación y el altruismo, y nos pone al final varios ejemplos de empatía y altruismo en animales, como que unas ballenas una vez adoptaron un delfín, que una vez unas ovejas adoptaron a un ciervo en Suffolk y cosas así, más del tipo de Walt Disney y más agradables para la gente.

El hallazgo del Archaeopteryx, con características de ave y reptil, supuso una evidencia del proceso evolutivo

Me parecen muy bien esos ejemplos, de los que ya he puesto algunos también en este blog, pero ese no es el tema. El tema no es si también hay cosas más agradables o “bonitas” para nuestro gusto moral y estético, que las hay. El tema es que lo que dice Dawkins es verdad, que el mundo biológico es amoral, que la moralidad y la agresividad el bien y el mal – “nuestro bien y mal”- nacen del mismo sitio, de su capacidad para dejar más copias de genes en las generaciones futuras. La moralidad es una ayuda a la reproducción y existe precisamente por eso, igual que la agresividad o la violencia. Si fuéramos mantis religiosas nuestro código moral diría que está bien que la hembra le arranque la cabeza al macho durante la cópula, este es el problema, que nuestra moral es la que es, pero podría haber sido totalmente diferente si nuestra evolución hubiese ido por otros derroteros, que no hay un absoluto en el que anclarla, que es relativa. Es como con los colores, nosotros los necesitamos para vivir, pero la ciencia nos dice que no hay colores ahí fuera. Nosotros somos criaturas morales, la moralidad forma parte de la naturaleza humana, como la visión tricolor, y la necesitamos para vivir, pero la evolución nos dice que no hay moral ahí fuera.

Como dice Jorge Wagensberg en Las Raíces Triviales de lo Fundamental, el creacionismo no se mete con la cosmología  que cuenta la evolución del universo desde el Big-Bang hasta hoy mismo, ni le interesa la teoría sobre la que descansa el psicoanálisis, ni la física cuántica, ni la mecánica estadística, ni ataca la biología molecular, ni la nanotecnología. Su diana es la evolución y está claro que no es por razones científicas. Y aquí seguimos, más de siglo y medio después del Origen de las Especies, sin poder digerir las implicaciones de la obra de Darwin, viviendo en un mundo predarwiniano porque dar ese paso de aceptar la realidad asusta, porque supone un salto al abismo, porque pone toda nuestra sociedad en solfa y nos obliga a repensarnos completamente, desde el principio.

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4 Comentarios

  1. says: Óscar S.

    Ese “pensarse desde el principio” que sugieres existe ya desde Lutero, Hobbes, Mandeville, etc., y es precisamente eso lo que no tenemos otra que dejar atrás de una vez para siempre. Ha muerto de éxito, pero ha muerto (en caso contrario, los muertos seremos nosotros…)

  2. says: Óscar S.

    Para colmo, el texto de Dawkins es completamente contradictorio: presenta ser triturado como algo negativo, no serlo como tener suerte… Con qué legitimidad discursiva, si se acaba de afirmar que “ahí fuera” no hay bien ni mal, suerte o falta de ella? Schopenhauer podría decir que el triturado es el afortunado, porque apaga su voluntad de vivir, y Nietzsche que el triturado sufre, pero el triturador lo goza… De modo que el truco de Dawkins es apelar al sentimiento moral del lector para después negárselo. Hábil como prestidigitación, pero mierda como filosofía -como pedagogía no digamos ya, suponed que se dijeran estas cosas en la Primaria, con la cantidad de casos de bullying que ya existen

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