Ruins porn (cuidar el -o “del”- mundo)

Podríamos recluirnos en el egoísmo, que permanece en la playa tranquila, y contemplar seguros el lejano espectáculo de las confusas ruinas.

    G. W. Hegel

Al igual que según vamos creciendo el abanico de alimentos y sabores que disfrutamos se amplía, lo mismo ocurre con nuestro gusto estético, si uno no es demasiado inflexible. Pero es que además nos ocurre también eso como colectivo, y de ahí que lo que hubiese parecido feo o abominable hace dos siglos ahora lo aceptemos regocijados como una novedad imprescindible, pongamos la pintura de Francis Bacon que tanto intrigó a Gilles Deleuze. Y así mismo ocurre mirando las creaciones del pasado. A mí, por ejemplo, me gustan mucho más los coches antiguos que los actuales, aunque sin duda Henry Ford se caería de culo viendo un vehículo de alta gama actual. Y luego está la gente que desde hace unas décadas ha redescubierto -puesto que proviene del prerromanticismo- el encanto de las ruinas o lugares abandonados, y van por ahí cámara en mano haciendo fotos increíbles que luego suben a páginas web fascinantes1. Naturalmente que esta orientación del gusto tiene algo de superferolítico y decadente, como esos gourmets que se vuelven locos por el queso camembert ligeramente podrido, y por esa razón a esta pasión se la conoce como interés por las “ruins porn”, es decir, como si hubiese algo de pornográfico en penetrar o dejar testimonio de un paraje o un edificio que muestran sus vergüenzas sin poderse defender, como aquellos enanos o personas humildes que retrataba Velázquez. Pero yo creo que hay algo más, algo como el prurito de no dejar nada atrás, de ser enteramente inclusivos, como decimos hoy, a fin de abrazar toda la experiencia humana que nos sea posible abarcar, incluida la muerta, deslucida o inútil. Como cuanto Joseph Beuys recogía materiales para sus obras de los cubos de basura…

Más en concreto, la expresión “ruin porn” parece que fue acuñada por el blogger James Griffio en nuestro siglo, con el propósito de hacer burla de los fotógrafos que se pateaban la deteriorada Detroit para inmortalizar ruinas, cascotes, objetos doblemente inanimados, por así decirlo2. Sin embargo, ya el arquitecto estrella de Hitler, Albert Speer, había calificado de “ruin value” a aquellos edificios que a su criterio debían ser tan perfecta y minuciosamente diseñados que incluso cuando llegase su desgaste irreversible siguieran siendo bellos en la forma de sus restos mortales -en otras palabras, la idea opuesta a la de la obsolescencia programada, nada mal para venir de un nazi… Pero antes todavía, en el prerromanticismo como he apuntado antes, comenzaron a construirse ruinas de imitación, hasta el punto de que un landgraf alemán encargó el proyecto de un “nuevo castillo en ruinas”, lo contrario que la práctica actual de acondicionar un inmueble viejo pero señorial para convertirlo en hotel rural, museo o lo que fuere. Jimmy Page, guitarrista de la banda de rock duro Led Zeppelin, declaraba hace algún tiempo, acerca de la misteriosa portada de su cuarto álbum de estudio, el del señor andrajoso portando un hato de ramas sobre un fondo desconchado, ese mismo que no tiene título ni está firmado por el grupo, pero que es un portento:

Robert y yo ideamos el diseño del IV. Robert había comprado la lámina que aparece en la portada en una chatarrería en Reading. Entonces se nos ocurrió la idea de que la imagen -el hombre con la leña- representase lo antiguo en un edificio derruido, con lo nuevo surgiendo por detrás.

De modo que también en los contraculturales3 sesenta se apreciaba la ruina como símbolo de algo así, por aventurar una hipótesis, como tratar de llevar la contraria al sistema industrial y de consumo que fuerza y seduce a la vez a las poblaciones a renovar constantemente su equipamiento vital con el resultado de acumulaciones de basura electrónica y, sobre todo, textil, que suele terminar envenenando las orillas de los países más desfavorecidos del Sur Global. Así, las ruins porn representan el intento no únicamente de reciclar en beneficio del medio ambiente, sino de reciclar los vestigios humanos en beneficio de la pluralidad y contra el pensamiento único. La ruin porn como retorno de lo reprimido, allí donde la frondosidad y la vegetación se han adueñado de la historia, como aquella yedra omnímoda que John Ruskin quiso que engalanara todo Londres. Tienen algo de anti o al menos inhumano las ruins porn, que dan la impresión de ser jóvenes y viejas al tiempo4. Algún cenizo dirá que las ruinas, abandoned places, etc., no enseñan al hombre más que la futilidad de todo esfuerzo, pero yo creo que es más bien al revés: la lección que aportan las ruins porn es más bien la del testimonio perdurable de todo esfuerzo. Hay belleza en el Rastro de Madrid, se desperdiga en el desierto casi moebusiano5 del festival Burning man, resplandece en el edificio Tacheles de Berlín, se arruga en los rostros viejos y se diría que sabios y labrados de W. H. Auden, Clint Eastwood, Tommy Lee Jones, Katherine Hepburn, Mahatma Gandhi, Troy McClure, Gena Rowlands, el hermano Calatrava feo, Walt Whitman, Keith Richards, Lola Gaos, Al Pacino, etc. La ruina es barroca, además de romántica, por eso no hay mejor ruina que la de lo clásico transmutado que gustaba a los ilustradores del siglo XIX, uniendo de esta manera las tres grandes tradiciones del arte en una que a la vez las superpone sin tener un autor o intención claro detrás…

Pregunto a mi amigo arquitecto José Rivero Serrano6 sobre esta moda, por así decirlo, y me habla sobre el universo fotográfico de Bernd e Hilla Betcher, sobre la arqueología industrial (ya decía William Blake lo de las fábricas como black mills of evil; ahora ya son inofensivas), de Gordon Matta-Clark con sus Buildings cuts, es decir, intervenciones en edificios abandonados, que ya conocía y que son sorprendentes, del MementoPark en Budapest, de las ciudades post-soviéticas o postcoloniales, de las gasolineras o bungalós de autopistas abandonados7, y sobre las ciudades transformadas por abandono del uso de fábricas e instalaciones cerradas, desde Detroit hasta Samo, desde Chernóbil a Sagunto… Entiendo, pues, que la cuestión es mucho más enorme de lo que yo había imaginado, y que daría para toda una vida de turismo no masificado ni esterotipado.

Me tropiezo, también, con un comentario realmente bonito acerca de esa película que es lujazo de ruin porn de principio a fin, pero sin morbo, que es el Stalker de Andréi Tarkovski8,

Un cine de la poesía; y, como en ella, de los silencios, de las pausas, un cine de lo que no se ve. Lo que importan son las reacciones, las miradas, los silencios, la espera y el viaje, siempre el viaje. Avanzar pausado que va construyendo un laberinto entre construcciones ruinosas, moho, fango, riachuelos desbordados que inundan los esqueletos de edificios, suelos de loza anegados, maderos abandonados, postes tumbados, ruinas inexplicables vacías de todo, con cadáveres disecados y nuestros propios deseos, nuestras propias esperanzas.

Ruinas y más ruinas.

Anticipadas, tal vez, de cómo verá nuestra civilización quien se asome a la misma dentro de un millón de años, haciendo un alto en nuestro planeta para realizar un breve picnic en el camino.

Enseres abandonados, monedas, estampas religiosas, calendarios, armas. Son ruinas bellas, que van construyendo este laberinto cambiante. O más bien laberinto invisible, de aquellos que teorizó Pascal Bonitzer. Ya que hay un por qué en este recrearse en la visión parcial de la cámara, en los encuadres claustrofóbicos, en el travelling lento que no lleva a ninguna parte, o que regresa al punto de partida, frustrando nuestras expectativas, prometiendo algo que no cumple.9

No es sólo gusto estético, contemplativo, insisto, es cuidado del mundo, aprender a no desechar ni a idolatrar lo nuevo, preferir lo lleno y diverso a lo vacío y homogéneo, como esos panoptika que tanto disfrutaba Joseph Roth (Gabinete de curiosidades, ed. Ladera Norte).

1 Van dos enlaces de muestra: https://www.skyscanner.net/news/abandoned-places-around-the-worldhttps://www.cntraveler.com/galleries/2015-11-18/the-most-stunning-abandoned-places-on-earth

2 Es larga y divertida ya la tradición de los insultos que se han tornado nombres prestigiosos, como “protestante”, “whig”, “tory”, “impresionistas”, la “Demencia” del Polideportivo Magariños y cientos de apodos.

3Por cierto, no sé como los filósofos de la Ontología Orientada a Objetos no le han hincado el diente a esto aún…

4https://artulens.com/ph-692/2017/9/13/ruins-porn-the-line-between-fascination-and-exploitation-hxpbc

5 https://hyperbole.es/2023/07/codename-moebius/; también recuerda los paisajes de Blade Runner 2049.

6 Su magnífico blog en https://hombredepalo.com/

7 Sólo para América en https://www.abandonedamerica.us/

8 https://hyperbole.es/2021/03/tarkovsky-derrelictos/

9 https://www.jotdown.es/2024/08/stalker-el-laberinto-invisible/

Etiquetado en
,
Para seguir disfrutando de Óscar Sánchez Vadillo
Comentario herético a ‘El Paraíso Perdido’
    Si Dios existe ¿como podría yo no desear ser un...
Leer más
Participa en la conversación

1 Comentarios

Leave a comment
Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.