Menos conocido y mediático que los popes del High-Tech británico– Richard Rogers, Renzo Piano –aunque italiano–, Norman Foster, Michael y Patty Hopkins– Nicholas Grimshaw, resulta tan relevante como cualquiera de ellos en ese panorama de la alta tecnología aplicada a las construcciones emblemáticas. Donde se deja ver la influencia teórica del historiador Reyner Banham y el elevado influjo de las figuraciones de Archigram de la mano de Peter Cook. Un frente tecnológico, por ello, que bebe de las primeras obras de James Stirling y James Gowan, aunque se aparte de las preocupaciones sociales de los relevantes Alison y Peter Smithson, por citar a los pioneros de la moderna arquitectura británica que se activa a finales de los 50 y primeros 60, de la mano del londinense ICA y de la muestra This is tomorrow, en 1956. Para componer, finalmente, un legado construido bien diverso de las revisiones del formalismo historicista de Quinlan Terry, de la mano del historiador David Watkins y su apuesta por su aserto publicado ‘Olvidad la arquitectura moderna’ que acontece con la crisis del Movimiento Moderno a finales de los 70 y en la estela proclamada por Charles Jencks, el gurú del Posmodernismo arquitectónico.
Nacido en 1939, Grimshaw mostró interés por la construcción desde muy joven, sin duda influenciado por su entorno familiar. Criado en Guildford, al sur de Inglaterra, con su madre y su abuela, ambas artistas plásticas. Sin embargo, sería su padre, que falleció cuando Grimshaw tenía apenas dos años, ingeniero aeronáutico quien proyectó en Nicholas las preocupaciones por la técnica y su formalización. Grimshaw, en ese recuento familiar, también recuerda con cariño la influencia de sus dos bisabuelos: uno, ingeniero civil que construyó presas en Egipto, y el otro, médico que contribuyó decisivamente a la implantación del alcantarillado en Dublín. En esos recuerdos de infancia y adolescencia, Nicholas rememora las horas que pasó construyendo estructuras con las piezas metálicas de Mecano, incluso levantados casas elementales en las copas de los árboles con amigos de entonces. También desarrolló, otra coincidencia, una fascinación profunda por los barcos y su construcción. “Fue una juventud muy constructiva”, ciertamente, declaró en una entrevista de radio de la BBC en 2003.

Su arquitectura, obviamente, nunca se centró en la superficie ni en la moda, sino siempre en la estructura, la artesanía y el propósito constructivo: esto es, crear edificios que perduren porque son útiles y edificantes y, además en palabras de Nick, “suscitan algún tipo de alegría”. Dando por ello un aire festivo a las figuraciones High-Tech. Grimshaw abandonó la universidad a los 17 años, antes de estudiar en el Edinburgh College of Art y luego dirigirse a la Architectural Association de Londres, donde se graduó en 1965. Pasó sus primeros 15 años de profesión, hasta 1980, trabajando en equipo con otro célebre arquitecto británico, Terry Farrell, antes de establecer su propio estudio en ese año de 1980. Compartían oficina con Archigram, el grupo de arquitectos radicales entre cuyos miembros se encontraba el antiguo tutor de Grimshaw, Peter Cook, de los cuales le llegaron algunas influencias.
Los primeros proyectos de Grimshaw, diseñados en colaboración con Farrell bajo el nombre de Farrell Grimshaw Partnership, incluyeron las viviendas personalizables Park Road Apartments y la flexible Herman Miller Factory , que fue renovada por el estudio en 2019. Tras fundar, posteriormente, su propio estudio, continuó diseñando edificios High-Tech, entre ellos la notable Imprenta del Financial Times y el supermercado Sainsbury’s en Camden, ambos terminados en 1988. A estos les siguió el encargo de la Terminal Internacional de la Estación de Waterloo. El edificio de altísimo perfil sería nombrado Edificio del Año RIBA (el predecesor del Premio Stirling en 1994) y ganaría el Premio Europeo de Arquitectura, más conocido como Premio Mies van der Rohe. Este edificio fue eclipsado por el Proyecto Edén, un parque ecológico construido en una cantera de Cornualles, probablemente el proyecto más conocido de Grimshaw.

De estos momentos es el proyecto para el pabellón británico de la Expo`92, de Sevilla. Quizá su obra más conocida en el universo español. Basado en el tema del agua, el pabellón de Grimshaw fue diseñado para demostrar que los edificios pueden ser energéticamente eficientes incluso durante los meses de verano de la ciudad. “Sevilla es la sartén de España, creo que se llama así”, recordó Grimshaw antes de acometer su construcción. “La mayoría de los edificios de la Expo 92 dependían simplemente de la inyección de aire acondicionado y del consumo de enormes cantidades de energía. Y queríamos demostrar que se podía afrontar este lugar increíblemente caluroso de forma ecológica y económica utilizando materiales y un edificio modernos”. El pabellón tiene una pared sólida hecha de tanques de agua en su lado orientado al oeste para reducir la cantidad de calor que ingresa al edificio, y una ‘pared de agua’ (hecha de paneles de vidrio con agua fluyendo continuamente por ella, que funcionaba con paneles solares) en el lado este. Ganó el premio por utilizar la menor cantidad de energía durante los seis meses que estuvo abierta la exposición.
Grimshaw, cuya muerte fue anunciada hace unos días, por el estudio homónimo que fundó, fue uno de los arquitectos más conocidos y respetados del Reino Unido. Caballero por los servicios prestados a la arquitectura en 2002, ganador de la Medalla de Oro RIBA en 2019. Su estudio, en las distintas etapas, ha diseñado numerosos edificios conocidos e influyentes, 10 de los cuales destacó en 2019 cuando dejó el estudio como presidente.

“Desde el primer día que llegué al consultorio en 1986, sentí la calidez y la generosidad del liderazgo de Nick”, dijo el presidente de Grimshaw, Andrew Whalley, al anunciar la muerte del fundador. La falta de jerarquía en el estudio, moldeada por su personalidad afable y abierta, fue su verdadera fortaleza. Creó un espíritu de camaradería, un lugar donde la gente disfrutaba genuinamente trabajando juntos, apoyándose mutuamente y encontrando la tenacidad para entregar algunos de los edificios más complejos, continuó.
“Mi vida, y la de mi estudio, siempre ha estado rodeada por la experimentación de ideas, particularmente en torno a la sostenibilidad; siempre he creído que debemos usar la tecnología de la época en que vivimos para mejorar la humanidad”, dijo entonces el arquitecto británico. Quien concluía con el reconocimiento del trabajo en equipo: “Quiero agradecer a todos los que han trabajado en la oficina por contribuir a nuestro banco de ideas y por ayudarnos a convertirla en un lugar agradable y humano”.