Las sociedades se construyen con historias y las historias se concretan, se hacen presentes, a través de los actos sociales. En los ritos con los que crecemos reside la semilla de la pertenencia, lo que nos une a los demás, a nuestros contemporáneos más cercanos. Las referencias, la manera de encarar el mundo, de aguantar los golpes. También lo que nos diferencia, los pilares ante los que revelarnos, ante los que construir una mentalidad crítica y curiosa. Porque los ritos no dejan de ser adoctrinamientos, terrenos tejidos por la religión y el poder para introducir a los nuevos en el statu quo. Uno se revela o acata. Lo curioso es que los años pasan y los festejos cambian. Y eso quizá sea el tiempo, la evolución, la historia.
García Rodero tiene claro que son los ritos los que definen la cultura y la época. Los que nos significan como humanos. Pasear por su exposición es viajar a la intimidad cultural de una Georgia sumida en el despertar de una pesadilla que había durado demasiado tiempo, una guerra civil que había convertido el país en un compendio de pobreza y desaliento. Muchos de sus ciudadanos tuvieron que refugiarse en Abjasia sin recursos, sin ropas, casi con lo puesto. El toque de queda les obligaba a dejar pasar las horas en la soledad de sus cuchitriles, solo al amparo del calor de una familia la mayoría veces incompleta desde hacía poco. Sus fotografías tomadas a lo largo de 20 años de sucesivos viajes nos hacen cómplices del cambio, de la reconstrucción de un país que a pesar de todo no había perdido la dignidad.
Quizá la fotografía no pueda modificar el mundo, ni aliviar el dolor. Tampoco sentar cátedra ni suponer una prueba fehaciente de la realidad debido a la supeditación al sesgo ideológico y cultural del autor. Puede parecer frívola e insensible. Incluso innecesaria. Meras imágenes estáticas que se pierden en las profundidades del olvido. Pero darse una vuelta por exposiciones como la de García Rodero te reconcilia de alguna manera con el presente, te vacuna contra la crueldad, te empatiza con los otros. Te muestra que el cambio es posible y a veces se produce. Es la huella de que las sociedades avanzan y se reconstruyen desde las ruinas. La huella de la dificultad de derrotar a la esperanza y al instinto de superación humano, pero también de lo fácil que es caer en los mismos errores que supusieron tanto sufrimiento, tantas veces.
‘Georgia’ 1995-2013
Desde el 6 de noviembre de 2013
Barquillo 44, 28004 Madrid. España.
T: 34-913105561
Fax: 34-913195286
Cuenta García Rodero que en su último viaje, en 2013, ha encontrado una Georgia muy cambiada, contemporánea, muy distinta de la que en 1995 fotografió en estas excepcionales y sobrecogedoras instantáneas que acompañan al texto. Y uno siente una especie de alivio; la felicidad ingenua de que incluso el presente más infame contiene la semilla de un futuro mejor.
Realmente, en estas fotos se ve y se palpa el sentir de los pueblos. Calan muy, muy hondo. Bravo por la reseña, Hugo
Excelentes fotografías, que transmiten un abanico de sentimientos. Sin palabras… Le felicito.
Saludos.
Terrible… magnífica…estremecedora…muy recomendable!!!
Imágenes que nos recuerdan que por mucho que hayamos avanzado, aún nos queda un largo camino por recorrer.
Por qué en la primera foto hay cajitas de Colgate en el ataúd?