Blade Runner 2049: ¿mala aposta…?

Boyero tenía razón. La que se pretende como continuación del clásico es soporífera e innecesaria. Está muy bien de ambientación, fotografía y efectos especiales, pero eso, al menos yo, lo doy por hecho en una gran superproducción. En cambio, el guión falla, está lleno de tópicos y despierta un nulo interés. Hay un momento, por ejemplo, en que el malo de turno (tenemos hasta eso, malo de turno, que en la de Ridley Scott estaba felizmente ausente) dice a Harrison Ford algo así como “no sabes lo que es el dolor; ahora lo vas aprender…” Es como de película antañona de Tom Mix. Lo que ha ocurrido poco antes abochorna: sacan a una doble de Rachel que dura un minuto en pantalla, todo para que evoquemos el Blade Runner genuino, pero malversado, porque ahora resulta que lo de Rachel y Deckard fue una historia de amor a primera vista la mar de romántica y bella, en vez de una atracción forzada por las circunstancias entre un par de seres desesperados. Lamentable.

 

 

El propio Harrison no se acuerda bien de su papel original, y nadie le ayuda a recordarlo. Deckard era chulito y algo cínico, aquí en cambio pega puñetazos sin motivo y pone cara de pasmo y de víctima durante el decepcionante desenlace. Ryan Gosling, por su parte, tal vez sea buen actor, pero nunca lo sabremos, puesto que sólo lleva una triste y rígida expresión de palo todo el metraje. Mientras, vemos escenas francamente desagradables, como un taller clandestino de niños explotados en un entorno post-apocalíptico que el policía deja pasar y acepta sin descomponer el gesto. Robin Wright Penn protagoniza secuencias inútiles y se desliza por la película sin pena ni gloria, los replicantes, en general, asumen un papel mesiánico que apenas se desarrolla, y lo único realmente original es una pelea a muerte entre hombre y mujer en iguales condiciones realmente violenta y gratuita. Me disgusta escribir todo esto, porque yo tengo aprecio por Denis Villeneuve y porque entré en el cine a sabiendas de que me enfrentaba a un imposible: no se podía estar a la altura de la primera, eso estaba muy claro, pero vamos a ver cómo lo han resuelto, démosle una oportunidad…

 

 

Ante esta pretendida segunda parte, pues, siempre se puede adoptar la actitud de Mariano Rajoy: Blade Runner 2049, como el referéndum catalán, no ha existido, no ha tenido lugar. Sus autores dicen que sí, pero nosotros decimos que no. Yo creo que su máximo error ha sido hacer una historia demasiado intencionada, quiero decir, que se han dejado lastrar por la enorme responsabilidad del clásico y han terminado por estrellarse, como quien intentase bajar una pendiente de ski (en la película hay mucha nieve, pero no se entiende bien qué quiere significar) cargando con alguien encima. El Blade Runner original era una película mucho más inocente, mucho más cutre en cierto sentido. Se trataba de hacer un policiaco futurista con toques de poesía ochentera, como de canción bella y oscura de la década. Algo mucho más impremeditado, más relajado e improvisado en cierto modo. Como un cómic underground de ciencia-ficción, que por un afortunado conjunto de factores resultó genial.

 

 

En cambio, como digo, Blade Runner 2049 tenía que soportar ese peso, interpretado como ser trascendental, existencial, siniestra y desoladora a toda costa, y, claro, no lo consigue. Cualquier episodio de Black Mirror lo consigue infinitamente más, sin tanto dinero de por medio y con un tercio de esa misma duración (¿para cuándo un Nobel de Literatura para Charlie Brooker?: si Bob Dylan pudo ganarlo en esa categoría, él también…) Lo mismo se podría decir de otra cinta, Ex Machina, que es como un episodio más, excepcionalmente largo, de Black Mirror. No creo que Blade Runner 2049 sea mala aposta, después de todo, creo más bien  eso que he dicho antes, que tenían que haberla concebido más comiquera y menos trascendental, como volviendo a empezar. Sólo eso hubiese compensado de la ausencia inevitable de Roy Batty, puesto que era imposible -repito también la palabra- competir con su profundidad sin caer en la parodia.

 

 

He hecho la prueba: tú le pones Blade Runner a un adolescente actual y pasa un buen rato, pero no siente que esté ante una obra maestra. Nota que al final hay algo raro que se sale de lo común, pero en general se identifica desde el principio con la caza del replicante y para de contar. No muy diferente a esa modestia se tendría que haber buscado en esta secuela: vamos a hacer una película de acción y soledad que guste a los adolescentes y luego veremos si nos sale la alegoría de algo. En vez de eso, han querido hacer toda la película de principio a fin con la altura de tono de Roy Batty cantando una endecha a la muerte, y el resultado es inflado y vacío, agotador y deprimente. Es, ciertamente, una verdadera pena…

 

 

 

 

 

 

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6 Comentarios

  1. No sé si tienes suerte de no haber visto el Blade Runner recién parido de aquellos remotos ochenta, como no sé si se tiene suerte de ser más o menos viejo… pero te informo que has escrito una crítica parecidisima a las primeras mantas de hostias que la cayeron en su estreno por aquél entonces. Lo del mito y las alabanzas sin medida no llegó hasta bien pasados unos años (suele pasar)… aunque tal vez sólo se trate del gusto que hoy tenemos (y sabes que yo comparto) por tocar los cojones, así, en general.

    ¿Cómo contarte sin aburrirte que aquella y ésta componen una de las mejores, si no la mejor, reflexión que uno puede encontrarse acerca del futuro de la naturaleza de la inteligencia artificial, y más concretamente, de cómo nosotros, “las inteligencias naturales” vamos a lidiar el complicado asunto de la coexistencia… de cómo más que probablemente, y confiando en nuestra miserable naturaleza, terminaremos esclavizándola, tal y como hemos esclavizado a los habitantes de nuestras tierras conquistadas, a los animales, y a cuantas consciencias distintas a lo estipulado encontremos a nuestro paso?

    Por lo demás y repasando punto por punto a las cien puñaladas que asestas a esta magnífica película… la verdad es que me siento raro… nunca había leído una crítica en la que todo, absolutamente todo, estuviera escrito al revés… pero tranquilo, que ya te pillaré.

    NOTA: ¿Eso de que Dekard fuera de jóven un chulito algo cínico y de viejo un rabioso repartemamporros… lo escribiste pensando en mí?

  2. says: Óscar S.

    Todo lo que escribo es pensando en ti, eres mi muso… XD. La prueba de por qué no hay que ser tan pesimista como tú te muestras aquí es que, en la ficción, Roy Batty ya ha nacido, y el mundo no es todavía como se pronosticaba en la primera cinta. La literatura y el cine no están para vaticinar el futuro, sino como instancia crítica del presente. Que estas dos películas formulen, cada una a su manera, su denuncia de una esclavitud que aún ni siquiera está en pañales indican lo contrario de lo que dices, a mi juicio: que somos mejores de lo que pintas, porque ya andamos cuestionando males futuros, o sea, que ya hoy poseemos el criterio que podría juzgarnos mañana…

  3. Díselo a Orwell… eso de que la literatura y el cine no quieren saber nada del futuro… más concretamente… procura llegar al cine antes de que empiecen las pelis… y así no te habrías perdido ese mar de placas solares en una California sin sol, completamente a oscuras, repleta de pobres energéticos, y si acaso iluminada por unos pocos y ricachones afortunados que mantienen encendidas sus luces y sus carteles publicitarios. Nada que ver con el futuro… nada salvo todo.

  4. says: Idéntico

    A mi me aburrió sobremanera esta segunda.
    Le sobra metraje y pretensiones. El despliegue de recursos en efectos especiales la hincha, pero no la rellena, los diálogos son lentos, espesos e insípidos ( solo conque hablaran a velocidad normal la peli duraría una hora menos)
    En fin, una peli fallida tomada individualmente. Como secuela de la primera roza el ridículo.

  5. says: Óscar S.

    Al pobre Eduard James Olmos, le dan diez segundos nostálgicos que no sirven de nada, sólo para verle viejo, con el papelón que tenía en la original de mensajero malogrado de los dioses…

  6. says: Óscar S.

    Pero se me ocurre que podemos hacer con esta como hicimos con la novela que Rosa Montero realizó sobre un personaje replicante: la consideramos no continuación oficial de nada, sino puro fandom…

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