Ingvar Kamprad: IKEA como ejemplo

Las notas fúnebres y los obituarios de rigor, producidos en torno a la muerte de Ingvar Kamprad, fundador de IKEA, no dejan lugar a dudas de la abundancia de la mezquindad y del abandono del razonamiento. No sólo en redes sociales, dadas al vituperio y a la bronca, sino en medios con apariencia de seriedad en sus columnas, que ya son un repertorio de pura ornamentación de un orden intelectual improbable.

Que todo lo que haya que decir en torno a la personalidad de Kamprad sea su proverbial tacañería y sus contactos juveniles con fórmulas nazis de la Suecia de los años cuarenta como fuera Engdahl, fijan el modelo de recordatorio vengativo. Sin valorar la radicalidad totalitaria muy extendida de esos años divididos en Europa entera, donde es posible encontrar a Günter Grass como miembro de las juventudes de las SS, a Ferdinand Porsche trabajando para Hitler, a Curzio Malaparte amistosamente unido a Mussolini, a Drieu la Rochelle encantado con Vichy y a Pla como espía de Franco. La pretensión de críticas políticas ad-hominen (Kamprad, confesó su error y su arrepentimiento en público) han llenado esas notas finales de una rara marca inquisitorial.

 

 

Por el contrario la dimensión creativa y su empeño empresarial, pasan a segundo plano. Cuando justo sería entender el esfuerzo verificado en 1943, por Kamprad con la inauguración de su primera tienda de IKEA. Un esfuerzo por la dignificación del diseño doméstico, paralelo y anticipado al producido en la Alemania de la reconstrucción con la Hochschule für Gestaltung (HfG) de Ülm, cuya fundación motriz nació en 1946. Y que en buena parte trataría de vincularse con los precedentes germanos de Bauhaus, como ocurriría con su primer director Max Bill, ex alumno de Bauhaus. Aunque bien cierto es que la HfG de Ülm opera a nivel docente y mantiene algunas colaboraciones comerciales con empresas alemanas, como ocurriría sobre todo con Braun que inundó de diseño los electrodomésticos cotidianos; mientras que IKEA y Kamprad lo harán a nivel empresarial y sin los apoyos docentes e intelectuales que se congregaron en Ülm: desde Walter Gropius hasta Johannes Itten. Probablemente, lo realizaría de forma intuitiva, uniendo tradiciones artesanas y organizaciones gremiales escandinavas. Como ocurriría por otra parte, con la cristalería finlandesa, con los textiles de Marimekko, con la arquitectura organicista escandinava o con ebanistería danesa.

 

Ingvar Kamprad

Pese a todo ello, y pese a que en esos años alguien apostaría más por la longevidad de Ülm que por la de la firma IKEA, el tiempo acabaría invirtiendo el pronóstico. La experiencia de Ülm se clausura en 1968, frente a la expansión internacional de IKEA que ya es tanto un modelo de negocio, como una precipitada mentalidad de lo moderno. Que esas fueron siempre las pretensiones de ese recorrido: desde el Wienner Werkstäte a Bauhaus, desde Ülm a IKEA, desde la Casabella milanesa al ICA londinense.

Un diseño que aprovechando las potencialidades de la estandarización y de la producción en serie, IKEA hace llegar a amplias capas sociales, por ello la consistente afirmación de la democratización del diseño. Haciendo evidente que todas las pretensiones de las Vanguardias artísticas de entreguerras, sobre el Arte para todos, se va a cumplir con otros parámetros pegados al suelo. Parámetros que se hacen visibles desde la extensión del bienestar y el confort, que acompaña, como valor añadido, al diseño industrial, y que se materializan popularmente desde los catálogos de IKEA.

 

“This is Tomorrow” de Richard Hamilton

Ese carácter anticipador de la Integración de las artes en la cotidianeidad y en la domesticidad, como meta soñada, se produce proverbialmente de la mano del Diseño y del Pop Art. Por eso resulta ejemplar la anticipación de la pieza de  Richard Hamilton de 1956, en la exposición para la Whitechapel Art Gallery, bajo el título This is Tomorrow. Hamilton organizó la contribución del Independent Group a la muestra, en la que presentaría su collage Just What Is It That Makes Today’s Homes So Different, So Appealing? (¿Pero qué es lo que hace a los hogares de hoy día tan diferentes, tan atractivos?).

Eso dicho en 1956 en la Whitechapel Art Gallery, era ya un anticipo del legado de IKEA. Hogares diferentes y atractivo, para todos.

Para seguir disfrutando de José Rivero Serrano
Pepe Esteban y las memorias literarias
La aparición del libro de José Esteban Gonzalo (Sigüenza, 1935) Ahora que...
Leer más
Participa en la conversación

5 Comentarios

  1. says: Ramón González Correales

    No ha sido tan fácil en la historia conseguir casas salubres que pudieran calentarse o mantenerse frescas, con ventanas que dejarán penetrar el sol, que tuvieran agua corriente o pudieran iluminarse por la noche. Bill Bryson describe en su libro, “En casa: una breve historia de la vida privada”, la dificultad que tuvo, incluso para los más privilegiados, el poder conseguir casas confortables, con muebles que resultaran cómodos o estancias bien decoradas que no fueran tóxicas por las pinturas o los materiales utilizados para ello.

    Las casas de los obreros, en las ciudades de la revolución industrial (como actualmente en los sitios pobres del mundo), eran cubiculos oscuros donde no cabía ni imaginar cualquier idea que tuviera relación con lo bello, con una decoración que pudiera hacer más agradable una vida, que era muy difícil vivir por las condiciones sociales de ese momento.

    Es con esta perspectiva con la que hay que valorar lo que supone la idea de IKEA tras la Segunda Guerra Mundial y el crecimiento de las clases medias aupadas por el Estado del bienestar. De pronto podía ser un negocio vender muebles y otros objetos domésticos, de forma masiva, con un diseño moderno a precios accesibles. Lo que como dices podía hacer, de alguna forma, real esa idea de las vanguardias del “arte para todos”, algo que contrastaba viviamente con lo que ocurría tras el “telón de acero”.

    Pero no solo la idea, sino el talento y la energía de llevarla a cabo, de elegir a los colaboradores, de innovar para competir en el mercado y prosperar. Eso no es tan fácil y Ingvar Kamprad supo conseguirlo hasta convertirla en una gran empresa multinacional que, probablemente, es rentable porque responde a las necesidades de mucha gente, que pueden elegir, en sus tiendas, los muebles que prefieren y construirse ámbitos de vida más funcionales y estéticamente agradables, donde probablemente se vive mejor.

    Por otro lado los que fueron jóvenes en la primera mitad del siglo XX fueron tentados por ideas totalitarias, en ese momento con gran prestigio, en las que terminaron cayendo, incluso muchas de las grandes cabezas, antes e incluso después de la guerra. No solo los que citas en relación con el fascismo, también muchos otros en relación con las distintas variantes del comunismo. Tras la guerra la recuperación de Europa precisó de múltiples componendas y de la integración de la mayoría de ellos. En “Postguerra” de Tony Judt pueden encontrarse muchos de esos detalles de cómo todo eso realmente se produjo, lo que es una vacuna para las simplificaciones, y los moralismos elementales e interesados. Algo muy pertinente actualmente donde parecen volver algunos de los viejos fantasmas.

  2. says: JOSE RIVERO

    La modernidad de IKEA es tan evidente que entre nosotros una formación política que se quería nueva y renovada, como fuera Podemos, al menos en 2015, recurrió como soporte de la exposición de su programa electoral, al catálogo de IKEA. Enternecedor. Al margen de que un hombre como Kamprad le produjera la misma incomodidad que Amancio Ortega. Otro visionario que ha sido cuestionado por los podemitas, cuando las donaciones para investigaciones oncologicas.

  3. says: JOSE RIVERO

    Es un tema, Oscar, apasionante. No sólo el viaje de la ballena y a la ballena, sino la elaboración del gusto de masas desde la promesa de una felicidad acomodada y desde la nutrición del buen diseño. Pero ese vértigo de felicidad incómoda, ocurre también en grandes almacenes, en Zara Home y en Massimo Dutti. Donde el consumo nos culpabiliza tanto como nos glorifica.

  4. says: Óscar S.

    El consumo tampoco ha caído del cielo, fue una cosa muy bien planeada por individuos con nombre y apellidos (entre ellos el sobrino de Freud) que deberían ser mejor conocidos por el público en general. Se habla de ellos, si no recuerdo mal, en “El siglo del Yo” y los excelentes reportajes que hay en youtube acerca de la obsolescencia programada.

Leave a comment
Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *