Oriol Bohigas: las armas y las letras

Oriol Bohigas Guardiola (Barcelona 1925-Barcelona 2021) compone un ejemplar prominente y destacado de la relación entre el poder y la cultura a lo largo del siglo XX. O dicho en clave cervantina, compone una relación sincopada entre las armas y las letras, todo ello en clave contemporánea y muy barcelonesa. Ese equilibrio difícil se muestra en el triple campo de actividades desempeñadas por Bohigas: de la Gestión institucional, del ejercicio profesional como arquitecto y de su papel como historiador y crítico de la Arquitectura. Facetas que cuentan con un desarrollo desigual; así el tramo de publicista más fértil se nos muestra justamente, antes de la eclosión de su figura pública en el campo institucional. Con obras como Contra una arquitectura adjetivada (1969), Arquitectura española de la 2ª República (1970) y Proceso y erótica de diseño (1972) daba muestra del centro de sus intereses historiográficos y marcaban la altura del listón que no recuperaría después. Con anterioridad había publicado en 1963 Barcelona entre el Pla Cerdà i el barraquisme y en 1968 Arquitectura modernista. Las contribuciones posteriores tienen ya un tono memorialístico –como ocurre con los dietarios comenzados en 1989 con Desde los años inciertos, que llegarían hasta 2012 con Pasar cuentas como tercera entrega– y con la colección de Epistolarios Públicos de 1996 y 1998 y un Epistolario de 1951-1994, publicado en 2004. Una revisión de la bibliografía muestra bien a las claras lo afirmado: las ideas nucleares son todas anteriores a 1975. La salvedad que compone Once arquitectos (1976), no es tal en la medida en que son artículos publicados con anterioridad en la revista Arquitectura Bis. De igual forma que Modernidad en la arquitectura de la España republicana (1988), no deja de ser un actualización del trabajo de 1970.

Oriol Bohigas 1953

Ejemplo significado de ese equilibrio entre poder y la cultura fue su pertenencia a establecimientos de la Cultura institucional, en la que se le consideraba una suerte de Patricio preclaro: director de la Escuela de Arquitectura de 1977 a 1980; miembro del Ayuntamiento de Barcelona como delegado de Urbanismo entre 1980 y 1984; más tarde Consejero Urbanístico de 1985 a 1990 y Concejal de Cultura (1991-1994); medalla de la ciudad en 2018. Afín al PSC en los tiempos de Maragall, no llegó a militar en el PSC, pero estuvo situado en su órbita, especialmente en los años de Maragall. De la política se fue distanciando progresivamente por la desconexión de sus actores con la sociedad. Pese a todo ello, se declaró abiertamente independentista en los primeros compases del procés y firmó un manifiesto a favor de la consulta sobre la autodeterminación. Catalanista de izquierdas, en suma, pese a tener a sus espaldas el estigma de haber pertenecido a la Gauche Divine barcelonesa en los años 60 del pasado siglo Junto a ello, los añadidos de presidente de Edicions 62 de 1975 a 1999, presidente de la Fundación Miró entre 1981 y 1988, y presidente del Ateneo Barcelonés de 2003 a 2011. Cuando lo verdaderamente significativo ha sido su trayectoria como arquitecto. Cuando con los arquitectos Josep María Martorell y David Mackay formó el estudio arquitectónico MBM Arquitectes, que durante los últimos 45 años realizó más de 500 proyectos de arquitectura, urbanismo y diseño. Bohigas fue el encargado del proyecto de la Villa Olímpica para Barcelona 92 junto con los arquitectos David McKay y Albert Puig Domenech, y para la Exposición Universal de Sevilla de 1992, diseñó el Pabellón del Futuro. Otras obras destacadas de MBM son la sede de la Editorial Destino en Badalona (1967), la Escuela Thau en Barcelona (1974), el edificio de viviendas en la Kochstrasse de Berlín (1992), la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona (2001), el Tecnocampus de Mataró (2011) y el edificio del Museo del Diseño de Barcelona DHUB (2013). Por más que obras primeras, como las viviendas de la calle Pallars (1958) y las de la Avenida Meridiana (1966) mantengan una clara tensión formal con los valores predicados en aquellos años de cambio. Véase el texto de 1969 Casa para ricos el problema de la distancia temática previa, como un ejercicio de impostura entre la construcción suburbial proletaria y las denominadas ‘casas para ricos’.

Puerto y Villa Olímpica Barcelona

Trayectoria como arquitecto de la cual ha sabido construir un relato significativo a través del ejercicio de fotografías autobiográficas. Fotografías que, hiladas en el tiempo, son capaces de construir un relato singular y personalísimo. Su retrato de 1956 tras una escultura de Henry Moore ya es un punto de partida importante; su retrato más convencional, uniformado de traje, junto a su futuro socio Martorell y ante la Masía de 1954; el posado de 1957 junto a José Luís Sert y Baltasar Porcel, le ubica en unas referencias posibles de las Vanguardias históricas; el no menos significativo del Grupo R, junto a Nicolaus Pevsner y el resto de miembros: Moragas, Martorell y Sostres, pero no Coderch; el de 1977 junto a la redacción de Arquitectura-bis, junto a Solá, Moneo, Correa, Peña y Rosa Regás; para llegar a los más cercanos con Gregotti, con Siza Viera, con Rafael Moneo y Benedetta Tagliabue. Relato significativo y centrado a su manera en la centralidad cultural desempeñada por la llamada Escuela de Barcelona. Todo, por demás, como lo apuntado en uno de los últimos textos de Bohigas de 2015, a propósito de Sostres, su compañero en el Grupo R. “El arquitecto Josep Quetglas, divulgador y crítico habitual de la arquitectura catalana y hábil manipulador de contradicciones, escribió en el prólogo de un libro de Josep M. Sostres lo siguiente: ‘Josep M. Sostres ha sido el crítico y el arquitecto más profundo y, por lo tanto, menos influyente en las últimas décadas de la arquitectura catalana’. Una frase preñada de sugerencias diversas, centradas en dos afirmaciones: la profundidad del pensamiento crítico de Sostres y la incomprensión de la misma por parte de los ámbitos culturales que le eran próximos. Es decir, un elogio a la obra y el pensamiento de Sostres y, al mismo tiempo, una denuncia de la baja calidad de su entorno profesional, que no supo aprovecharlos”. Una señal de la fractura advertida entre el poder y la cultura. O entre las Armas y las Letras.

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