Un amor más allá de los viñedos

Me perdonarán los lectores mi perezoso retraso al descubrir la novela de la que voy a hablarles en esta ocasión. A pesar de la proximidad geográfica con Carmen Santos -somos de la misma ciudad de origen y nuestros pueblos familiares están cercanos entre sí- la he descubierto relativamente tarde como autora. Cosas que pasan. Pero tras la lectura de su más reciente libro, Flor de Arrabal, quería leer más, mucho más de la literatura de Santos, así que mi siguiente parada como lector ha sido Un jardín entre viñedos, que publicó el sello Grijalbo hace poco, en 2016, un suspiro para casi cualquiera, una eternidad en este frenético universo de la industria del libro. Por eso deseo rescatarlo ante sus ojos, queridos lectores, porque los buenos libros han de nombrarse y recomendarse sin cesar.

Carmen Santos nos sitúa en Un jardín entre viñedos a finales de los años veinte del pasado siglo, la época por antonomasia de las luces y de las sombras: la esperanza tras la Gran Guerra, el comienzo de la gran depresión económica, la oscuridad que se estaba condensando para precipitarse en la siguiente década sobre Europa. La novela tiene como protagonista al joven Rodolfo Montero, quien debe regresar precipitadamente desde la luminosa París a su Cariñena natal para ocuparse de los negocios vitícolas familiares. Le acompaña su esposa Solange, con su porte esplendorosa y su elegancia francesa, una presencia que impactará, además de a los paisanos de las tierras aragonesas, al hermano mayor de Rodolfo, Dionisio, quien abatido por las circunstancias que determinan su vida siente la necesidad imperiosa de aferrarse a la ilusión, a la esperanza y al amor.

El libro está escrito con el tono desenvuelto y directo que caracteriza a la autora valenciana afincada en Zaragoza. También es un rasgo elocuente de su narrativa el retorno a las primeras décadas del convulso siglo XX, que tanto juego pueden aportar en las manos de un buen escritor. Este es el caso de Santos quien, además, vuelve a hacer homenaje a las tierras de la Sierra de Algairén, el océano de viñedos que viste las faldas montañosas y las gentes de la zona. El lector que decida adentrarse en Un jardín entre viñedos, si no lo ha hecho ya, lo hará en un texto hermoso, que se lee con docilidad y que entretiene y atrapa por igual. Disfrutará del secreto de la buena novela, que no ha de ser despampanante por obligación ni novedosa por necesidad, ni tampoco ha de impresionar como un faro deslumbrando a los barcos que no saben si se aproximan a puerto o van a chocar contra el arrecife: escribir ficción es tan sencillo como saber deleitar. Es lo que Carmen Santos, con creces y con gusto, ofrece a la multitud de sus lectores: placer lector y sereno entusiasmo.

Grijalbo volvió a acertar una vez más al acoger en su catálogo esta novela que bebe de los ecos de Maugham y de Zweig, que es capaz de convertir un lugar que podría pasar perfectamente inadvertido ante el visitante en el escenario ideal de historias brillantes que apetece leer una y otra vez. Es la magia de Un jardín entre viñedos, de la buena literatura y de Carmen Santos. Les recomiendo esta novela que es cautivará.

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