Lollobrigida y el repóker de actrices

La muerte de Luigina Lollobrigida –más conocida como Gina Lollobrigida– (Subiaco, 1927- Roma, 2023), ha abierto el baúl de las rememoraciones desiguales. Estableciendo, en paralelo. que la actriz desaparecida ha sido un icono del cine italiano, en palabras de Gregorio Belinchón, en El País. Cuando el universo del imaginario fílmico italiano está poblado de tantos otros iconos que hace difícil saber quedarse con uno nada más. Otros han optado –a la tremenda y simplificando historias y simplificando la Historia— en querer hacerla musa exclusiva del Neorrealismo. Que ya sabemos que fue el movimiento capital de la cinematografía italiana de posguerra. Capaz de impulsar una cultura que nacía de los años difíciles del colapso del Fascismo mussoliniano y que abriría –desde un elenco de increíbles actrices, de no menos increíbles actores y de un listado de directores impagables– un lugar indeleble en la historia de la cinematografía mundial.

Esa competencia de Lollobrigida con el repóker de actrices memorables –Anna Magnani (1908-1973), Silvana Mangano (1930-1989), Sofía Loren (1934), Mónica Vitti (1931-2022) y Claudia Cardinale (1938)– dan cuenta de la densidad actoral y del estrellato inconmensurable italiano. Competencia de Gina Lollobrigida, similar a la sostenida con sus hermanas –hijas de un fabricante de muebles, Giovanni Lollobrigida, y su esposa, Giuseppina Mercuri– Giuliana, María y Fernanda. El traslado familiar a Roma, tras un bombardeo aliado durante la Segunda Guerra Mundial, que destrozó el negocio familiar, forzando la marcha a Roma–tan italiano ese movimiento hacia la capital donde se está recuperando la factoría de los sueños que alberga Cinecittá–, donde empezó Gina estudios de canto y de arte (pintura y escultura) gracias a una beca de estudios. Y comenzaría a asomarse al mundo de la interpretación.

Sofia Loren

Similar, igualmente, a la competencia sostenida en el certamen de 1947 en el concurso de Miss Italia, contando Gina con 20 años en plena posguerra italiana. Un certamen que hizo historia al reunir a varias futuras estrellas: la ganadora fue Lucia Bosé, el segundo puesto recayó en Gianna María Canale y Eleonora Rossi Drago fue descalificada porque estaba casada y era madre, condiciones que chocaban con el reglamento del concurso. Otra de las participantes fue Silvana Mangano. Y ese discurso del ‘Salto a la fama’ de tantas actrices que llegan a la pantalla y al teatro desde el ‘destacado físico’ es una constante del proceso italiano. Aquí en el concurso de Miss Italia, aparecen ya la Mangano, la Bosé, la Lollobrigida y la Rossi Drago. Como podríamos seguir ampliando en círculos concéntricos que incluirían a Virna Lisi, a Laura Antonelli, Stefania Sandrelli y Ornella Mutti.

Claudia Cardinale

Y son estas innumerables candidatas las que dificultan la síntesis de una heroína en exclusiva. Por más que todas ellas hayan contribuido a la memoria interminable del cine de todos nosotros y del cine de todos los demás. Anna Magnani y sus colaboraciones con Rosellini, en Roma ciudad abierta (1945) y en Amore (1948), con Pasolini en Mamma Roma (1964) y Roma (1972) con Federico Fellini. Silvana Mangano con Arroz amargo (1949) de Giuseppe De Santis, Edipo Rey (1967) y Teorema (1968), ambas de Pier Paolo Pasolini y Muerte en Venecia (1971) de Luchino Visconti. Sofía Loren con El oro de Nápoles (1954) de Vittorio De Sica, La Chica del río (1954) de Mario Soldati, Dos mujeres (1960) y Matrimonio a la italiana (1964) y Los girasoles (1970), todas obras de Vittorio De Sica; sin olvidar Una jornada particular (1977) de Ettore Scola. Monica Vitti, con su ciclo de colaboraciones con Michelangelo Antonioni entre 1960 y 1964, que van desde La aventura (1960), La noche (1961), El eclipse (1962) y Desierto rojo (1964). Y, finalmente, Claudia Cardinale con obras como Roco y sus hermanos (1960) de Luchino Visconti, La chica de la maleta (1961) Senilittá (1962) de Mauro Bolognini, El gatopardo (1963) de Luchino Visconti y Ocho y medio (1963) de Federico Fellini.

Silvana Mangano

Por ello, los trabajos de Gina Lollobrigida, puedan parecer menores frente a tanta obra memorable. De hecho, sus registros como actriz, creo que están por debajo de todas las citadas antes, sin menoscabo de la solvencia de algunas obras con registros ajustados a su perfil de personaje de comedia. Y eso que contó con cierto favor del cine de Estados Unidos –de la mano del magnate y productor Howard Hughes–, donde se trasladó al inicio de su carrera. Y de donde proceden piezas como Trapecio (1956) de Carold Reed – con Burt Lancaster y Tony Curtis–, y ese mismo año protagonizó Nuestra Señora de París, adaptación de la popular novela de Víctor Hugo sobre El jorobado de Notre Dame, dirigida por Jean Delannoy. En dicha película encarnó a la bella Esmeralda, mientras que el papel de Quasimodo lo hizo Anthony Quinn.

Monica Vitti

Pese a todo ello, lo más destacado en su trayectoria, responde a obras realizadas en Italia, donde trabaja con directores como Luigi Zampa –La romana (1954), basada en un texto de Moravia– y Alberto Lattuada y sobre todo con Luigi Comencini. Con quien rueda –junto a De Sica como actor– Pan amor y fantasía (1953) y Pan, amor y celos (1954). En 1999 la directora Agnès Varda– la recuperó para una breve aparición en Las cien y una noche. En 2022, Lollobrigida se presentó a las elecciones como candidata al Senado, sin lograr el escaño.

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