En el año 1950 Bertrand Russell iba a recibir la noticia de la concesión del Premio Nobel de Literatura. Por entonces había conseguido ganarse mejor la vida gracias al éxito de su “Historia de la filosofía occidental” y reconocía realizar una gran cantidad de trabajo y “sentirse, por tanto, optimista y lleno de brío”. Toda una declaración de intenciones y también una muestra de ese estado que algunas personas consiguen, al menos durante un tiempo,  en el que el trabajo se funde con la vida y también con el placer, o al menos con un cierto tipo de placer. Por eso en esa época a pesar de todos los riesgos, incluidos los nucleares,  decidió apostar por un optimismo racional y sobre todo vital, en el que la alegría era un arma que afirmaba y justificaba la vida, a la vez que quizá era lo único que podía de verdad preservarla. Así escribió en su Autobiografía: “Hoy en día para salvarse, el hombre solo tiene que abrir su corazón a la alegría y dejar al temor farfullando en un pasado sin recuerdos”.

Pero dejemos que hable él directamente.  Primero con una frase de esa época y luego con un vídeo, donde resume sus anhelos y casi nos lo dice al oído, como un oráculo o quizá mejor, como un buen amigo que vuelve del pasado.

 “Hay ciertas cosas que nuestra época necesita y otras que debería evitar. Necesita compasión, y el anhelo de que la humanidad sea feliz; necesita el deseo de conocimientos y la determinación de abstenerse de mitos gratificantes; más que nada necesita valor y esperanza, y el impulso de crear.  Lo que debe evitar , y que lo ha llevado al borde del abismo, es la crueldad, la envidia y la codicia, la competitividad, la búsqueda de verdades subjetivas e irracionales, y de aquello que los freudianos denominan el deseo de morir.”

 

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3 Comentarios

  1. says: Óscar S.

    ¡Qué valor este hombre, a su edad, superando la experiencia personal e intelectual de Wittgenstein! Creo que eso es lo que le inmortaliza: haber encontrado su mensaje por encima del jodido vienés… Era muy atractivo aquel, pero loco, loco-racional. “Historia de la filosofía occidental” no es más que el intento, por parte de un buen hombre, de explicar lo que un inglés no sabe explicar, lo no-ingles, pero ello le honra. Larga memoria al sincero, a nuestro humanista, B. Russell!…

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