CARTA a don Miguel Falomir, director del Museo del Prado, Madrid, y demás directores de museos.
6 de noviembre de 2022
De las muchas maneras posibles de llamar la atención sobre los problemas climáticos, algunas organizaciones ecologistas han elegido atentar contra las obras de arte en los museos. Lo han hecho para protestar contra la inacción de los gobiernos en la lucha contra el cambio climático.
Los militantes de las buenas causas se equivocan a veces en el método. Las imágenes difundidas por el propio movimiento suelen mostrar a los activistas climáticos arrojando sopa o pintura a cuadros emblemáticos, luego se pegan a la pared, al marco o al cristal protector y gritan argumentos viciados y maniqueos que justifican el acto, oponiendo ingenuamente el arte a la vida.
El objeto de la presente es sugerir a los responsables del Museo del Prado una iniciativa que pueda poner freno a la cascada de atentados. Visto el actual ritmo de estos ataques podemos imaginar que ya existen otras acciones programadas para provocar el buzz mediático, de ahí la urgencia de tomar medidas preventivas.
Este tipo de protesta se ha convertido en una tendencia que toma cada día mayor amplitud y no se sabe dónde puede terminar, el recuerdo de la Venus del espejo Velázquez acuchillada resucita en la memoria. Desde el mes de mayo, con el ataque a la Gioconda en el Louvre, el movimiento se acelera de forma alarmante. Así, en julio, los activistas se pegan al marco de una pintura de Turner en la Galería de Arte de Manchester, a un cuadro de John Constable en la National Gallery de Londres, y otros al cristal que protege la ‘Primavera’ de Sandro Botticelli en la Galería de los Uffizi de Florencia.
En agosto otros dos activistas hacen lo mismo con la estatua de Laocoonte en los Museos Vaticanos, otros se pegan a los marcos de la ‘Madonna’ de Rafael en el Museo de Dresde, a un Lucas Cranach en el Museo de Berlín, a un Poussin en el Museo de Fráncfort, a un Rubens en la Alte Pinakothek de Múnich. En las últimas semanas los ataques se multiplican: los girasoles de Van Gogh en la National Gallery de Londres, un cuadro de Monet en el museo de Postdam, la Joven de la perla de Vermeer en el Museo de la Haya… y hoy llega al Prado. El atentado contra las Majas de Goya no será el último. La tendencia puede radicalizarse en cualquier momento y causar daños más graves. Las notas de prensa para “condenar y repudiar” son inútiles.
No todo puede justificarse por la necesidad de “llamar la atención” sobre un problema por grave y real que sea. Los activistas deben imponer sus propios límites deontológicos a sus acciones. Imaginemos por un momento que otras ONG se inspiran en los métodos de los activistas climáticos.
Por esta razón es inaplazable que los museos tomen medidas para prevenir esta tendencia viciosa, evitando la falsa solución que consistiría en reforzar las medidas de seguridad con una armada de guardianes que, de todas maneras, no podrían evitar el siguiente atentado.
Es imprescindible una medida que no vaya en detrimento de los visitantes, una medida positiva que apele a la razón y al sentido común de las ONG, una iniciativa respaldada por los propios museos. En definitiva, se trataría de una petición a las ONG para que se comprometan a no atentar contra las obras de arte como medio de publicitar sus acciones de protesta ante la opinión pública. En efecto, la lucha contra el cambio climático, contra la guerra, contra la pauperización de las familias, contra el hambre en el mundo, por la defensa de los derechos humanos, por el carbono cero, por el fin de la era nuclear, por la defensa del planeta, etc., no debe hacerse en detrimento del patrimonio cultural que pertenece, como el planeta, a nuestros nietos,
Por esa razón, los museos tienen una misión de conservación que cumplir, son los únicos con poder para contrarrestar esa tendencia extravagante y detener un posible crescendo a medida que las acciones se radicalicen. Esto puede hacerse apelando a la razón de esas ONG, que desvirtúan sus fines y alejan a la sociedad de sus justas reivindicaciones. Tales actos provocan un efecto contrario al perseguido.
Los grandes museos deben ser capaces de obtener los resultados que los políticos no pueden. El Prado podría encabezar ese movimiento sin más tardanza, sumando a ese impulso todos los grandes museos del mundo. La idea es proponer a todas las ONG que firmen un documento ético del tipo Carta, Convención, Convenio, o Compromiso que excluya a las obras de arte de sus acciones reivindicativas:
Carta de la Reivindicación Deontológica ONG
Esta ONG …………(nombre y objetivos, etc.)…………. se compromete a no atentar nunca contra ninguna obra de arte conservada en los museos ni otros bienes culturales con objeto de publicitar sus acciones de sensibilización ante la opinión pública, por considerar que forman parte del patrimonio histórico y cultural de toda la sociedad. Por ello, firma este compromiso oficial a favor de una reivindicación ética de sus fines, que no ponga en peligro la integridad de la obra de arte ni la instrumentalice como un altavoz de sus objetivos, legítimos, esenciales e irrenunciables para la salvaguarda de los derechos humanos.
La forma más eficaz de lanzar la campaña sería dirigirse primero a personalidades respetadas internacionalmente, comprometidas con la ecología y el medio ambiente, líderes de opinión, líderes de partidos ecologistas, científicos que defienden la misma bandera, etc. para recoger su adhesión, impulsando en paralelo una amplia campaña ciudadana para reforzarlas. El Prado en España, el Louvre en Francia, con el resto de museos, deben encontrar la manera de coordinarse a nivel europeo para obtener que estas personalidades, con autoridad y prestigio entre las ONG, hagan un llamamiento solemne que disuada a esas organizaciones para que firmen ese contrato ético con la sociedad. El foro internacional de la COP 27 que se abre hoy en El Cairo es un buen momento para el lanzamiento de una campaña en ese sentido.
En la esperanza de que el Museo del Prado decida encabezar esta iniciativa reciba, señor Director, un saludo cordial.
“Por real y grave que sea”, decís. A mi, señor, lo que me acontece es lo inverso a vuestra propuesta: lo que no entiendo es cómo esta brava gente no embadurna edificios enteros, por dentro y por fuera (a la maniera del tal Christo aquel, o como se escribiera, que nos embaucaba con sus funditas no mucho tiempo ya), toda clase de edificios y monumentos, puesto que la realidad y gravedad del motivo es tal como jamás la vieran los tiempos ni jamás seguramente la volverán a ver…
https://www.rtve.es/play/audios/a-media-manana/majas-goya-lucha-ecologista-09-11-22/6732110/
Unos protestan en los museos y otros
colgándose las piezas de caza hasta de los “Güevos”. (Me voy ahorrar poner aquí el enlace de tan cinegética proeza)
¿Quién da más?
Contra la estupidez / los propios dioses / luchan en vano.
Friedrich Schiller