Adagio (a dos voces)
porApagó la tele. Echó la cabeza hacia atrás y dejó que el humo de la última calada saliera de su boca. Se detuvo contemplando…
Apagó la tele. Echó la cabeza hacia atrás y dejó que el humo de la última calada saliera de su boca. Se detuvo contemplando…
Cuando el nuevo inquilino entró a vivir en el palacio el mayordomo reunió al servicio, se lo presentó y lo puso a su disposición….
Se llamaba Gibson Lespold y tocaba la trompeta. Era un tipo feo y sin embargo elegante. Distinguido. Las persianas de su apartamento no se…
El joven cabo apuró de una calada la colilla del cigarro que sostenía entre los dedos de su mano izquierda, y con gesto aburrido…
“Si quieres ser famoso médico, lo primero linda mula, sortijón de esmeralda en el pulgar, guantes doblados, ropilla larga y en verano sombrerazo de…
Desde niña, desde que me alcanza la memoria, me han encantado las escaleras de caracol. Mi hermana, en cambio, las ha aborrecido toda la…
Almudena sacó del cajón del escritorio un puñado de folios amarillentos. Se los acercó a la cara y aspiró con fruición aquel olor a…
Para Loli y Paco Don Huberto se autocalificaba de medico antiguo y enemigo de la penicilina. Así rezaba el encabezamiento de sus recetas….
En el mundo literario los gatos siempre han estado de moda. Me cuesta imaginar a Elsa Morante sin sus gatos, esos gatos que en…
Coleccionaba besos, coleccionar otra cosa hubiera sido demasiado fácil. Ni suspiros, ni estrellas, ni soles: solo besos, cuantos más mejor. Primero fueron besos…
Aunque esté mal decirlo, he llegado a pensar que todos los alemanes, no sólo los artistas que vivimos en Tacheles, somos okupas. Siempre he…
Hacía calor aquella mañana de agosto en Paris. Y aun así, a pesar de ese calor insoportable que ni siquiera el agua…